martes, 5 de julio de 2011

El derrotado en el Estado de México fue Encinas, pero el perdedor es Obrador.

Genaro José Piñeiro López
Sin duda que  los resultados del pasado domingo 3 de julio serán el tema central  en el debate político durante un buen tiempo. Escucharemos el jolgorio priista agorando su eminente retorno a Los Pinos, destilando por todos los medios su optimismo victoriosos y su cierta recuperación electoral.
       Y en las trincheras de enfrente evidentemente se apreciarán los escenarios de derrota,  frustración y de pesimismo. Y no es para menos, obligadas están las fuerzas y los partidos que se agruparon para combatir al PRI.  A reflexionar con un profundo espíritu de profunda  autocrítica sobre los resultados que aproximadamente el 50 por ciento de los electores  con derecho a sufragar en los estados donde hubo comicios  expresó en las urnas.
        Ni tanto festejo para los ganadores, ni catástrofe para los perdedores, si una alerta para  retomar el rumbo y precisar que es lo que se quiere para el 2012. En verdad se desea  frenar el retorno del PRI,  y con ello evitar una contra reforma política.
          Si es así, el PRD tiene una histórica responsabilidad que va más allá de fustigar al PRI y sus triquiñuelas como único promotor de la derrota sufrida por el partido del sol azteca. La autocrítica va desde el  “trampolineo”  de muchos dirigentes, cuadros y presidentes municipales que traicionaron al  partido, paro pasar a cuestionar  a quienes mal gobernaron y defraudaron a las bases y al pueblo que les dio el cargo, y sin duda  por reflexionar a fondo sobre la táctica  y la política de alianzas que asumió en esta pasada jornada electoral . La tolerancia y el ánimo de sostener la unidad a toda costa valorando ciertamente el peso político de Andrés Manuel López Obrador que fue determinante en estos resultados.
          El debate interno sobre la más amplia alianza para frenar el retorno priista al Poder Ejecutivo Federal no ha sido comprendido por AMLO. Parece que su postura es inamovible, parece que raya en lo “profético”, y sus oídos son sordos para entender que una alianza táctica electoral amplia, que incluye al PAN y a otras fuerzas  que no son propiamente las que se consideran de izquierda, es en este actual escenario la única fórmula –por la vía legal– para logra ese objetivo.
          Yo si considero que el derrotado en el Estado de México fue Encinas, pero el perdedor fue Andrés Manuel López Obrador, y creo que ese debate debe retomarse y replantearse. El PAN enfrenta un sisma donde la autoridad del presidente prendida de alfileres. La embestida foxiana viene por sus dividendos y obvio, ya se ven enredados con el clan Atlacomulco.
         Ante esta realidad, la postura del peje resultaría un favor más para las pretensiones de Peña Nieto.
         O por lo menos que se manifieste el PRD,  si o no quiere frenar  la recuperación del tricolor, si o no es posible hacer una alianza amplia  que comprometa alos que la conforman a un programa, y conducción compartida en el gobierno sobre esto habrá más comentarios.
         Evidentemente es el color de la impotencia que adquieren los priistas cuando hay acciones conjuntas entre el PAN y el PRD. Su enojo es la más clara prueba de su preocupación, no dejan medio  sin utilizar para denostar la alianza de sus adversarios.
        De donde salen tan rectos y moralistas los priistas, que acaso  les hicieron “exorcismo”, que autoridad tienen, si es obvio que sus nexos y contubernio están salpicados de corrupción, violencia y antedemocracia. De que se espantan cuando ellos mismos son la mezcolanza de reaccionarios y de uno que otro buen militante de principios nacionalistas. Para que les sigo…
        La gran jornada del 2012 merece claridad y certeza sobre lo que pretenden las fuerzas que la disputarán. Y espero que se entienda la diferencia de Alianza estratégica con respecto a una de carácter electoral.

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