jueves, 9 de junio de 2011

Caravana día 5. La fuerza de la presencia y el consuelo. Desde Torreón mil 600 km hacia el Pacto Nacional

Chihuahua, 9 de junio de 2011 (Cencos).- En monterrey la Caravana tomó la Procuraduría consiguiendo sentar en la mesa de negociación al Estado y comprometerlo a avanzar en 9 casos de desapariciones forzadas en Nuevo León; sin embargo, ese mismo día asesinaron en Torreón a 13 personas en un centro de readaptación para alcohólicos y drogadictos y las autoridades en esa ciudad declararon que no había condiciones para garantizar la seguridad.
Así, el 8 de junio por la mañana la Caravana partió rumbo a Torreón para celebrar un acto en el Bosque Venustiano Carranza, a solo tres cuadras de la masacre. La llegada de la Caravana significó una “cubetada de agua fresca”, como dijo uno de los anfitriones, para los pocos (unas 500 personas aproximadamente) asistentes que rompieron con el miedo, se unieron a la Caravana y tomaron la palabra.
Desde el inicio del acto por todas partes grupos de personas sostenían lonas, mantas y pancartas con los nombres de sus víctima, sus asesinadas y asesinados, sus hijos, hermanos o padres desaparecidos y como en los otros actos, se les invitó a subir para expone sus casos, sumándose a las historias de los familiares de víctimas en Caravana.
“Vengo para que me vean y sepan que han asesinado a 6 de mi familia y de ninguno hay detenidos –comenzó diciendo Olga Reyes-, mi hermana Josefina siempre se dedicó a defender los derechos humanos igual que Marisela Escobedo y Susana Chávez…” pero para el gobierno, dijo “están poniendo etiquetas a nuestros muertos: si son mujeres, eran prostitutas; si son hombre eran narcotraficantes; y si son niños; estaban en el lugar equivocado … todos ellos eran seres humanos y merecían vivir”.
El padre de Pablo Armendariz Vela, arraigado y torturado, dijo  que a su parecer en el país y en “nuestra comarca, hay muertos de primera  y de segunda clase” los de segunda explicó “son los muertos y desaparecidos desechables” sobre los cuales nadie hace nada; en cambio los de primera son crímenes en los que “buscan a cualquier persona en quien satisfaces sus perversos afanes de pseudo justicia, imputándole delitos a personas inocentes”, como es el caso de su hijo que fue secuestrado (detenido arbitrariamente) y obligado  a autoinculparse del asesinato de un empresario.
También se oyó al padre de “Ajedrecista de Monterrey”, la voz  de una madre que perdió a su hijo porque se negó ha asesinar a uno de sus amigos, un hombre que perdió  a su hermano y a su sobrino en una balacera en una panadería; y una integrante de Familiares Unidos por los Desaparecidos en Coahuila, que nombró a los 21 casos con los que iniciaron.
Esas son las voces que se escuchan de quienes llevan luchas largas y solitarias o quienes no se atrevían a hablar y la Caravana les ha impulsado,  porque como dijo Julián LeBarón, también en el Bosque Venustiano Carranza, la organización y las acciones de la caravana han hecho que “la guerra se vaya a dormir por al menos una noche”, explicando que donde la gente se organiza puede ser posible la paz con justicia y dignidad.

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