miércoles, 3 de noviembre de 2010

Los mexicanos padecemos un estado ladrón que provoca la ola de violencia que sufrimos

La ciudad de Puebla cada día se les va de las manos a los encargados de la seguridad pública. Los discursos oficiales siempre han ido en sentido contrario con la realidad.
           Hoy como nunca en la historia de Puebla, los poblanos estamos a merced de la delincuencia, local o foránea, sobre todo de las bandas organizadas que llegan todos los días de la ciudad de México.
          Cada día el nivel de delincuencia aumenta peligrosamente. Ya no hay un lugar seguro para nadie. El  martes 2 de noviembre, sujetos que roban y asaltan en el centro de la ciudad en venganza porque policías detuvieron a su jefe, agredieron a dos uniformados, y  aunque detuvieron a tres sujetos, la gran mayoría quedó libre.
          Si  los mismísimos policías fueron agredidos por los delincuentes, que nos podemos esperar el resto de los ciudadanos. Un agente que accedió a platicar con este medio reveló que trabajan con temor, porque las bandas de ladrones han aumentado y se confunden con la gente que camina por la 5 de Mayo, 3 Norte, 5 Sur, 2 y 4 Norte, por citar solamente un aparte de la ciudad.
          El asunto se agrava cuando tenemos a policías mal pagados y mal preparados para enfrentar  esta inseguridad inédita que nos está tomando por sorpresa a todos.
         La política económica de los dos últimos sexenios panistas tiene sumidos en la miseria a millones de mexicanos,  que al no encontrar una manera honesta de ganarse la vida, encuentran en la delincuencia una manera de sobrevivir.
            Mientras unos cuantos empresarios protegidos por el gobierno de Felipe Calderón se hacen cada día más ricos explotando a los trabajadores y  no pagando impuestos, la gran mayoría sufre los embates de un gobierno ladrón que cobra impues
tos por todo y que además cada mes aumenta el precio de las gasolinas electricidad y todos los servicios que presta provocando el encarecimiento de todos los productos de primera necesidad.

           Este gobierno ladrón es el verdadero culpable de la ola de violencia que sufrimos todos. En lugar de atacar la raíz del problema, endurece las leyes para castigar la pobreza. Construye más cárceles, en lugar de invertir más recursos en la educación. El campo está abandonado, y desafortunadamente, a consecuencia de las modificaciones a la Constitución impulsadas por Salinas de Gortari que permite que los campesinos vendan sus parcelas, ante la imposibilidad de vivir de ellas, como en los tiempos de don Porfirio Díaz, unos cuantos van acaparando miles de hectáreas.
           Mientras el futuro es incierto para la mayoría, quienes gobiernan, cada sexenio  se hacen   millonarios.   

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