Egresa en México la primera generación de Licenciados en Artes Escénicas y Circenses.

Este mismo escenario, que albergara en 1883 el elegante espectáculo inglés del Circo Orrin y en 1885 el de la Compañía Imperial Japonesa, será testigo ahora de la presentación de una nueva tendencia en la producción del espectáculo circense, donde la música, la danza y el teatro tienen un mayor peso escénico.
La mayor aportación de los jóvenes que egresan en esta primera generación ha sido trastocar la escena del circo tradicional a partir de su propia experiencia creativa. Los estudiantes no tienen ataduras a la hora de crear y recrear el arte circense sin límites en actos aéreos tales como: aro, bambú y cintas, de equilibrismo: pulsadas, rola-rola, escalera libre; de acrobacia de piso, malabares, hula-hoop y manipulación con fuego, y por supuesto los extraordinarios payasos, para desternillarse de risa.
Todos estos actos fueron forjados a lo largo de cuatro años de riguroso entrenamiento físico, sin importar el sudor, el cansancio o el repetir una y otra vez el mismo ejercicio hasta lograr la perfección de la técnica y la belleza estética.
Con ello honramos el espectáculo que generaciones y generaciones de nuestros artistas de circo desarrollaron para dar renombre a México en diversos foros y pistas internacionales.
México se coloca ahora a la altura de Francia y Canadá, como una de las pocas naciones que profesionalizan el arte circense a nivel de licenciatura.
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